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LA OSCURIDAD


Todo era oscuro, de una tonalidad negra que los seres humanos nunca habíamos visto. Estaba desorientado y lo único que podía hacer era arrepentirme. Llorar, y llorar, y llorar. Desconocía el motivo de aquel llanto, solo sabía que debía salir.
Pasaron días, y meses, y esa agonía no cesaba, hasta que un día, simplemente paró. No entendí muy bien el por qué, aunque sinceramente no me interesaba, estaba demasiado ocupado agradeciendo que hubiese parado, aunque en realidad nunca paró. Así es, el dolor continuaba, lo que sucedía era que no lo percibía, ¿por qué? fácil, ya no estaba vivo.

- "La Oscuridad", por El Poeta Detrás del Espejo.
Cultivando conciencia:
Redescubrir el mundo a través de la eco-agricultura

El Instituto de Enseñanza Secundaria y Bachillerato IES Punta Larga es uno de los centros educativos del archipiélago canario que se suma al proyecto pionero bautizado como Huerto Escolar Ecológico. Con esta iniciativa se pretende inculcar en el alumnado una serie de valores medioambientales que la sociedad del siglo XXI ha ido perdiendo de manera progresiva, además de hallar un modo de reconectar con el medio natural y restablecer así un vínculo directo entre los seres humanos y la tierra. Para conocer la verdadera esencia de esta actividad, hemos contado con la participación del profesor y coordinador del Huerto Escolar, Anselmo Fariña Melián y algunos alumnos anónimos de 3º de la ESO familiarizados con la causa, quienes han ofrecido su ayuda de forma desinteresada.

Interesante. Productivo. Divertido. Estos son algunos de los términos empleados por los alumnos entrevistados cuando le planteamos lo siguiente: “Escoge tres términos para definir el Huerto Escolar”. La mayoría del alumnado manifiesta sentirse muy de acuerdo con esta iniciativa implantada en su centro educativo; opinan que no es sólo una actividad que les ayude a sobrellevar la forma en la que están habituados a ver las clases (algo tedioso que se realiza en el interior de un aula, sin apenas participación), sino que se puede entender como un método revolucionario que impulsa la creatividad, el trabajo en equipo, la conciencia medioambiental, la autonomía y el contacto naturaleza-ser humano. Uno de los objetivos de este proyecto consiste en mostrar a los alumnos que toda recompensa requiere un considerable esfuerzo previo: necesitan trabajar la tierra, cuidar y mantener los productos para después conseguir una serie de beneficios que se pueden traducir en un sentido económico (venden sus productos ecológicos en el mercado), o en un sentido más directo (autoabasteciéndose con los propios cultivos).

Prácticamente la totalidad de la sociedad que se considera “primermundista” está atada, en realidad, a una serie de problemas medioambientales derivados de un engaño mayúsculo: el capitalismo. De forma inconsciente, estamos habituados a consumir determinados productos que se han conseguido a través de “la vía fácil”, empleando químicos y explotando de forma artificial el que debería ser el elemento más natural: la tierra. No obstante… ¿quién es más culpable: el juez, el verdugo o el criminal? No podemos echar balones fuera y culpabilizar tan sólo al mercado (la máxima producción posible en busca de la mejor venta), sino también a los propios consumidores que consienten un modelo que es, cuanto menos, intolerable.

Por esta razón, el profesor Anselmo Fariña tiene en tan alta estima el proyecto Huerto Escolar: alguien debe abrirnos los ojos, mostrarnos una alternativa viable que se aleje del consumismo más impersonal y que nos acerque a experimentar de primera mano diversas situaciones de carácter práctico y, sobre todo, emocional, para así recordarnos que eso que nos parece tan ajeno forma parte de nosotros. Este es también un proyecto que roza lo filosófico, que es capaz de trascender a los hábitos y la vida personal de los alumnos. Muchos de ellos nos han confesado que ya no son capaces de ir al supermercado y realizar la compra sin antes hacer una distinción entre productos ecológicos (que han sido cultivados con abono y cuidados naturales) y productos no ecológicos (emplean abonos petroquímicos).

Según afirma el coordinador del Huerto Escolar, en Canarias, desde hace 50 años, viene gestándose un grave declive de la conciencia agrícola por parte de los habitantes del Archipiélago, hasta tal punto que llegamos a olvidar que los orígenes de nuestra estabilidad económica residían precisamente en el sector primario. Algunos de los estudiantes preguntados no conciben la actividad agrícola como una vía factible para encauzar su vida profesional, llegando incluso a desprestigiar aquellas tareas relacionadas con el cultivo de especies vegetales. Frente a esta minoría, la mayor parte de los alumnos implicados en el proyecto manifiesta que han aprendido no sólo a valorar el esfuerzo que conlleva este tipo de tareas, sino también a admitir que el Huerto Escolar puede suponer un plus en su formación, argumentando que “nunca se sabe lo que depara el futuro”.

No obstante, esta iniciativa en la que están implicados docentes y alumnos -según manifiesta el profesor Anselmo Fariña- ha superado algunos problemas y dificultades, como la ausencia de áreas cultivables en el centro, gracias al trabajo constante y a la colaboración grupal. Cabría destacar, en este sentido, el hecho de que Canarias, a pesar de poseer un clima idóneo, no dispone de una financiación gubernamental eficiente para fomentar este tipo de agricultura ecológica y sostenible. A ello se le suman las innumerables plagas que suelen azotar las plantaciones cada año en el Archipiélago. Para tratar de paliar estos inconvenientes, los colaboradores del Huerto Escolar han diseñado su propio abono natural a partir de excrementos de lombrices rojas, papel triturado y del estiércol proporcionado por un pastor de la zona. También se han elaborado infusiones y otros remedios naturales a partir de plantas que ahuyentan a los insectos, como la hiedra o el helecho macho. Así han logrado sacar adelante -y con mucho éxito-, el cultivo de diversas hortalizas y legumbres, de entre las que destacan el millo, los puerros y los ajos.

Asimismo, a pesar del enorme éxito que el Huerto Escolar ha cosechado entre los adolescentes del IES Punta Larga, ha sido imposible evitar que algunos miembros de la comunidad educativa vieran este proyecto como “una pérdida de tiempo”. Aún así, la mayor parte de profesores y alumnos coinciden en señalar que el proyecto permite ser abordado desde prácticamente todas las asignaturas, pudiendo trabajar en él desde una perspectiva científico-técnica o histórico-social, entre otras. El proyecto refuerza, además, la adquisición de múltiples aptitudes, capacidades y competencias comunes a todas las asignaturas, tales como el fomento de la participación, la cooperación, la iniciativa y el sentido emprendedor. Esto, entre otros muchos valores, hace del Huerto Escolar un punto de luz en medio del ennegrecido y necrosado sistema educativo español.

Fomentar la disciplina, crear rutinas, adquirir compromisos y trabajar de forma cooperativa son metas que han sido superadas con creces y de forma muy positiva. Quizás por esta razón, 3 de cada 4 participantes responden con un rotundo “sí” a la pregunta de si consideran interesante implantar esta iniciativa en otros centros educativos defendiendo, además, que la recompensa moral es un premio más que gratificante para ellos. Ahora pueden destapar la venda que cubre sus ojos y ayudar a conseguir una conciencia medioambiental más comprometida. “Incluso los alumnos y profesores que no participan directamente”, aseguran, “son capaces de modificar su pensamiento por el simple hecho de ver que en su centro hay un huerto ecológico”.

Anselmo Fariña ha conseguido lo que muchos ven como un imposible: cultivar conciencia en el interior de la mente humana.

El equipo de redacción de Vita Nostra:

Laura Afonso
Ricardo Marrero
Lucía Suárez
Johanna Suárez

LEER EN TIEMPOS MODERNOS

“Leer en tiempos modernos” podría ser el eslogan publicitario de tu marca favorita de e-books o el título de una obra surrealista de Salvador Dalí, pero lo cierto es que se trata de un acto cada vez menos habitual en una sociedad que avanza tan rápido que no se para a mirar hacia detrás para ver si alguien se ha quedado descolgado.

Cuesta creer que después de tanto luchar por derechos de especial vitalidad como la educación, la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, ahora seamos nosotros mismo los que permitamos que se esfumen, borrando de la historia ese eco heroico que tan bien supieron apreciar generaciones pasadas. Durante la II Guerra Mundial, en la Alemania nazi, se decretó la prohibición y se procedió a la sistemática eliminación (en el sentido más literal posible) de La Torá -libro sagrados de los judíos- y fueron miles los libros que se quemaron. En ese momento, leer otro documento que no fuera el Mein Kampf de Hitler se volvió un completo delito. Sin embargo, unos cuantos valientes escogieron que el derecho a la libertad era más importante que su vida y decidieron proteger ese gran tesoro que supone la lectura.

Hoy en día, escribir dos frases seguidas en Whatsapp es toda una rareza, en su lugar preferimos recurrir a esas famosas notas de voz. Si nos cuesta escribir, ¿cómo no nos va a fastidiar leer? En el actual sistema capitalista de las sociedades occidentales se premia el silencio, los dogmatismo y los fanatismos. El frenético avance tecnológico parece haber arrancado de nosotros ese afán literario, esas ansias de aprendizaje; pero no podemos permitir que gane esta batalla, debemos arrancarnos las cadenas, escapar de la esclavitud impuesta por las redes sociales. 

La tecnología e Internet nos ofrece un mundo de posibilidades, pero también una nube de mentiras y manipulaciones. Abramos un libro, abracemos sus palabras, recorramos con la mirada sus frases, desnudemos su contenido, hallemos en él el clímax de la libertad. 

William Golding dijo: “Hay que reivindicar el valor de la palabra, poderosa herramienta que puede cambiar nuestro mundo”. Quizás la lectura sea precisamente el reflejo de esa analogía que tan acertadamente construyó dicho autor sobre la célebre caracola de El señor de las moscas. Y es que, quien tiene la palabra, tiene el poder. 

RMG
ME VOY A MORIR DE HAMBRE


Quiero ser periodista, pero no morirme de hambre. Sí. Llámame idiota o iluso, pero al menos acércate y dime algo más original que “eso no tiene salida” o “nunca encontrarás trabajo”. Discúlpame, pero no quiero que mi vida sea un túnel, que siempre tenga que escoger una vía. Yo creo que todavía estoy a tiempo de hacer de mi camino una travesía salvaje, llena de amarguras, sí, pero también de oportunidades y, sobre todo, de una conciencia tranquila. Así que sí, quiero ser periodista y salvar a la gente de la mentira, pero también de la inocencia. Si la balanza está desequilibrada, yo sólo señalaré la evidencia. ¿Qué clase de objetividad es esa en la que tengo que quitarle puntos  al vencedor para que el perdedor no se sienta ofendido? Quiero ser periodista y hablar de lo que no me dejen hablar, mostrar lo que no quieran enseñar y juzgar a quien merece ser juzgado.


Quiero ser periodista y ganarme la vida diciendo verdades. Ojalá eso no signifique nunca tener que denigrarme, ponerme de rodillas o hablar del periodismo como si fuera un ejercicio de compraventa. Quiero ser periodista, de esos que ya no quedan, dejar de lado los cotilleos y las vidas ajenas. Porque eso no es periodismo, es decadencia y demagogia. Así que quiero ser periodista, sin embargo, no dejaré que esta boba audiencia decida qué he de publicar, escribir o pensar.


Quiero ser periodista, porque reniego de un futuro en el que me limite a observar, siempre de forma pasiva, vagabundeando cual pusilánime entre las calles de lo atroz. Llámame loco, pero soy un loco que daría su vida por esto. Si la causa es justa, no me importa que sea yo el que resulte herido. Porque sé que en esta lucha, mientras los medios tratan -sin éxito alguno- de encajar el golpe de las nuevas tecnologías, es el pueblo el que, sediento de cordura, agoniza allí fuera.


Quiero. Eso está claro. Y aunque quizás no lo consiga, siempre estaré orgulloso de estas palabras, porque así podré admitir que al menos lo he intentado. Quién sabe, tal vez una simple declaración de intenciones puede marcar la diferencia. Pase lo que pase, sé que, como mínimo, una parte del que firmó estas páginas seguirá dándome patadas en el estómago, erizándome los pelos o chasqueando la lengua ante cada seña de estupidez humana.


Quiero ser el mecánico que arregle el mundo, el médico que cure el miedo a la política, el economista que destruya la Bolsa, el poeta que cuente una historia, el sociólogo que alce de una vez a la mujer, el profesor que eduque a los dirigentes, el fotógrafo de la vida, el historiador que coteja e investigue, el lingüista que traduzca los abusos, el juez que, con una venda en los ojos, deje que sea el testigo el que equilibre su propia balanza.


Quiero ser periodista, pero ante todo quiero ser yo. Ricardo Marrero Gil. Sin pelos en la lengua o excusas bajo el brazo. Sin miedo a mirar de frente o admitir que España es un país de mierda por culpa de los cuatro ladrones (desde políticos hasta medios de comunicación) que nos han tomado el pelo. Perdón si vuelvo a insistir: llámame idiota o iluso, pero jamás me quites la razón ni las ganas, porque si de algo estoy seguro es de que dar pábulo al desgraciado que se aprovecha de la ignorancia y la ceguera del pueblo, es un acto vil, cobarde y rastrero.


Quiero ser periodista, hacer periodismo y vivir de ello.

Sí. Quiero ser periodista y poder comer al final del día.


RMG
Asedio católico. No existe otra manera de denominar el exceso de estupidez religiosa al que nos vemos sometidos. Se acercan a nosotros como el Espíritu Santo, en silencio, pero acechándonos por todas partes. Y es que no hay arma más peligrosa que un libro vacío o un alambre de espino disfrazado de esperanza.

La Iglesia católica ha sabido escudarse en la injuria, el ultraje y la ofensa cada vez que alguien la apuntaba con el dedo y sacaba a la luz todos sus trapos sucios. Sin embargo, ahí sigue, como una piedra en el camino, una mala hierba que vuelve a florecer, una zancadilla continua a la Humanidad. En Europa, y concretamente en España, se aferra con uñas y dientes, sobreviviendo a todos los altibajos desde la Inquisición, como una pesada ancla que todavía actúa sobre la educación y la sociedad. Asimismo, en Italia, sin ir más lejos, la Iglesia ejerce tal presión que la escasez de derechos de los homosexuales, así como la controversia entorno a la fecundación asistida y al aborto, son temas claramente candentes.

El anarquista Bakunin dijo: “La religión es demencia colectiva”. Y es que la Iglesia mató a Copérnico, a Hipatia de Alejandría, a Alan Turing, a Juana de Arco y a Galileo Galilei, entre otros muchos. A algunos de ellos los quemó en la hoguera y los redujo a cenizas, como sigue haciendo hoy en día con todo aquel que piensa o es diferente. Cuando todavía Europa no se amedrentaba frente a una mujer con el pelo cubierto, la Iglesia perpetraba crímenes como el genocidio de pueblos prehispánicos, amordazaba a la mujer, mutilaba la justicia, acababa con la multiculturalidad y acallaba a la ciencia. Hoy, lo continúa haciendo, pero pide perdón y lanza una oración para los pobrecitos de Siria, los desgraciados de Venezuela y los cristianos de Egipto.

Entendemos que, como elemento retrógrado y como yugo social, la Iglesia haga acto de presencia para defender sus valores más tradicionales, por injustos que sean, pero lo que nos negamos a aceptar es que algunos de sus líderes se detengan -causando un revuelo mediático de paso- ante una actuación “demasiado” liberal, cuando el Carnaval es precisamente eso: júbilo, transgresión y provocación. Más aún cuando se trata de la Gala Drag de Las Palmas de Gran Canaria, todo un símbolo de integración social para lo miembros de la comunidad LGTB. A lo mejor el problema del obispo de Canarias, el señor Cases, es que aún no se ha dado cuenta de eso. Habrá que enseñarle cómo funciona la televisión en color y arrastrarlo al presente.

Mientras figuras con nombre y apellido nos roban en nuestras narices, nosotros le pintamos un cuadro a Wert, vapuleamos al diferente, castigamos a un par de titiriteros, condenamos a un youtuber travieso e inhabilitamos por siete años a una usuaria de Twitter por publicar chistes sobre Carrero Blanco -no vaya a ser que se ofenda-. En otras palabras, laureamos al mentiroso y juzgamos al que ejerce un derecho tan básico como la libertad de expresión. ¡Por Dios, que alguien venga y le diga a España que Franco murió hace años!

Parte de culpa también debe recaer sobre los periodistas, que crearon una noticia a partir de un hecho que debía ser normalizado y dieron pábulo a una carta que no producía otra cosa sino vergüenza ajena y repulsa. Ellos mismos se burlaron de la propuesta de Unidos Podemos de eliminar la misa de la programación de La 2, una cadena pública que, por consiguiente, debe responder a las necesidades de todo el país y no adoctrinar en el cristianismo y las sandeces a un pueblo sediento de cultura. No tomaron la misma postura, sin embargo, cuando La 1 no dudó en eliminar de su página web la Gala Drag al completo. La cadena, como haría un buen cristiano devoto, incluso pidió disculpas.

La artista canaria Antonia San Juan ya lo dejó claro a lo largo de su poemario Casa sin muñecas, pero, en caso de duda, lo ha advertido en diversas ocasiones: “Donde no hay lectura, hay superstición. Donde no hay pensamiento, hay religión”.

Amén.
RMG

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¿Qué es la paz además de una simple utopía? En palabras del periodista y escritor uruguayo, Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar”.

Sin embargo, parece que en los últimos años nos hemos perdido por ese camino. Las viejas promesas que el ser humano predicaba años atrás han acabado en el pozo de la desesperanza y el olvido, donde ya nadie puede acceder a él y servirse un trago. Y es que las palabras, si no están respaldadas por un fuerte convencimiento de llevarlas a la práctica, caen en el desuso y pierden el sentido.

“No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar por conseguirla”, dijo Eleanor Roosevelt. Y eso es lo que pedimos: que todo el mundo hable, que todo el mundo grite, que todo el mundo alce la voz para acabar con el sinsentido. 

Ojalá no tenga que ahogarse otro refugiado en el Mediterráneo ni se levanten otros como Trump que cierren más fronteras. Ojalá el capitalismo no explote a más niños y se pudiera borrar la sangre de nuestras manos. Ojalá no sonara la alarma del fin del mundo y el medioambiente se salve, dejando a los animales coexistir con nosotros. Ojalá tengamos que usar el diccionario para saber lo que significa el bullying. Ojalá la paz trascienda de la orientación sexual, las religiones, razas y culturas. Ojalá no exista ni un arma que nos ataque ni nos defienda y ojalá estos deseos se conviertan en actos de lucha y protestas. Porque donde hay miedo, siempre habrá guerra. 

Días como hoy, en los que se reivindica la paz y la no violencia, deben servir para reforzar ese sentimiento de unidad que derribe cualquier barrera y propulse un cambio real. Que días como hoy sirvan para recordar que aunque el futuro se vislumbre oscuro e incierto, debemos hacer acopio de fuerzas para poder afrontar lo malo y empezar a forjar lo bueno. No dejemos que esto se convierta en un grito al vacío. Es hora de parar de hablar del mundo en tercera persona y comenzar a escribir nuestra propia historia.

El 30 de enero de 1948, uno de los mayores pacifistas de la historia contemporánea fue asesinado por defender valores en detrimento de las armas y la guerra. No hagamos de la muerte de Mahatma Gandhi un sacrificio, sino un llamamiento a la cordura.

Ricardo Marrero Gil

Johanna Suárez Hernández


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El sol brillaba soberbio en el cielo y ni una sola nube podía ser vista en la inmensidad del firmamento. A primera hora de la mañana se abrían las imponentes puertas del Parque, que esperaba albergar a cientos de visitantes, exactamente igual que el día anterior. Ya empezaban a llegar las primeras “familias felices”, con sus niños ruidosos y sus padres hipócritas pretendiendo arreglar los problemas acumulados en toda una vida de casados con un triste domingo en un fantástico zoológico. Así, comenzaba a entrar vida en las cuatro paredes donde perece la misma.


A las doce del mediodía, el aforo del Parque ya sobrepasaba las cifras estimadas y cientos de niños recorrían los caminos cuidadosamente recreados que conducían hacia las jaulas que contenían las más inusuales y extraordinarias especies de seres vivos jamás vistas en una civilización. Se cumplía, de este modo, el principal objetivo de este tipo de establecimientos: observar y analizar el comportamiento de animales salvajes -cautivos- en su hábitat natural -recreada-.


Mara tiene 7 años, es una niña risueña y encantadora que, con toda la ilusión de mundo, se planta enfrente del famoso acuario del Parque. Allí, a través de las ventanas submarinas, observa a Tara, una asustada y colosal orca que, con toda la desesperación del mundo, recorre por millonésima vez las cuatro paredes que hacen posible su cautiverio. Pero esta vez, Tara se para junto a la ventana-escaparate donde Mara la contempla maravillada. Sus miradas se cruzan y ambas víctimas establecen un único y veloz contacto visual, un vínculo aislado en el que quizás puedan haber aflorado sentimientos como empatía, nostalgia o comprensión. Pero claro, esto nunca lo sabremos porque Tara es solo una orca y Mara una niña pequeña que desconoce la existencia de la palabra “empatía”, así que aparta la mirada tras oír la apremiante voz de su madre incitándola a apresurarse y no quedarse atrás. Mara saldrá corriendo para reunirse con sus padres y seguir explorando el lugar, mientras Tara recorrerá nuevamente el asfixiante acuario y, en un proceso agobiante y opresivo, se parará en la ventana-escaparate y volverá a encontrar a otra Mara distinta pero con la misma mirada curiosa e ingenua. Mara y su familia, consciente o inconscientemente, han hecho posible el cautiverio y la esclavitud de todos y cada uno de los animales que tanta admiración y cariño le suscitaban durante su visita al Parque. Pero la cosa no acaba ahí, porque Mara y su familia, consciente o inconscientemente, también han respaldado su propia sumisión, pagando por una entrada que más que enriquecer los conocimientos de sus hijos sobre la vida salvaje, han llenado los bolsillos de grandes empresas a expensas de la cautividad y la esclavitud de animales salvajes.





Porque sí, 36 metros de ancho por 7 de alto no es espacio suficiente para retener a ningún animal salvaje cuyo auténtico hábitat natural es la inmensidad del océano. Construir la pantalla curva más grande del mundo para atraer a turistas que amorticen la inversión es como diseñar una enorme prisión de lujo para atraer a criminales y delincuentes que restablezca el orden público: un absoluto sinsentido. Tras varios días de demora, Poema del Mar concluyó con éxito la descarga de los tres acrílicos de su futura exposición Océano Profundo, en una compleja operación que culminará en la unión de tres cristales que conformarán una mampara de 36 metros de ancho por 7 de alto que se convertirá en la pantalla curva más grande del mundo. Cómo no, este proyecto es la nueva joya expansiva de la empresa Loro Parque que pretende relanzar a Gran Canaria como referente turístico. Este acuario, denominado muy irónicamente Poema del Mar y declarado de "interés estratégico para la región" por el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno regional, se ampara bajo el lema de conservación y sensibilización sobre la vida acuática. Pero seamos honestos: pagar por esa entrada no hará más que reforzar los cimientos de un sistema en el que los intereses económicos solapan el beneficio común. Aunque claro, esto es algo que olvidamos fácilmente tras las esperanzadoras declaraciones del vicepresidente de la compañía, Christoph Kiessling, quien nos explica razonablemente que este nuevo acuario está dirigido tanto al residente como al turista, para que todos tengan acceso a conocer “la creatividad de Dios”. Y la ignorancia del hombre, le faltó añadir.


La organización InfoZoos incluyó a Loro Parque entre los zoológicos denunciados a la Comisión Europea por no cumplir con la ley que regula la conservación de la fauna silvestre en los parques zoológicos, insinuando que los Zoológicos de Canarias estaban en situación irregular.


Además, Loro Parque también ha suscitado mucha controversia por su estrecha colaboración con SeaWorld en todo a lo que atañe a la gestión y al entrenamiento de las orcas, como afirmó Patricia Delponti, directora de comunicación y relaciones públicas del Loro Parque, tras la muerte de Alexis Martínez. El 24 de diciembre de 2009, Alexis Martínez, entrenador de la Orca "Keto", fue asesinado violentamente por esta como así queda testificado por la autopsia judicial del cadáver, a pesar de las declaraciones del parque en sentido contrario. Esto sucedió pocos meses antes de la muerte de otra entrenadora de orcas en el parque de Orlando (Florida), SeaWorld. Desde entonces SeaWorld ha intentado desvincularse por todos los medios y quizás, Poema del Mar sea también un pésimo intento de Loro Parque por deshacerse de la fama que se ha ido ganando a pulso.


El caso de la orca Morgan y el vídeo de su supuesto intento de suicidio también da mucho de qué hablar sobre los efectos colaterales de los acuarios: “El cautiverio de cetáceos suele causar en estos animales daños físicos y psicológicos, que en muchas ocasiones han acabado causando la muerte del animal e incluso la de sus entrenadores. El aburrimiento extremo y estrés que puede causar el ambiente artificial, monótono y poco enriquecido de los acuarios, suele resultar en comportamientos anormales repetitivos (estereotipias) que a la vez pueden llevar a que el animal se provoque lesiones a sí mismo”.
En pleno siglo XXI, el avance imparable de las nuevas tecnologías nos ha proporcionado una amplísima gama de posibilidades que nos permiten enriquecer nuestros conocimientos de la vida salvaje  sin necesidad de enjaular a animales por el resto de sus vidas y convertirlos en meros entretenimientos infantiles con el falso pretexto de una vaga educación. Con esto lo único que predicamos es que entre el ser humano y la naturaleza no existen límites, y lo cierto es que sí los hay, o, al menos, debería haberlos. No podemos jugar a ser todopoderosos que dominan sin contemplaciones el planeta, porque no se trata de dominar, sino de coexistir. Así pues, a día de hoy existen maravillosas alternativas que van desde documentales de fauna y flora salvaje con todo lujo de detalles hasta impresionantes acuarios que recrean el hábitat natural de estos animales y su interacción con el medio mediante la realidad virtual.


Lo que está claro es que ni Loro Parque, ni SeaWorld, ni ninguna empresa que jure salvaguardar la vida de "sus" animales pero que luego actúe en detrimento de la misma puede obtener más de lo que ya ha obtenido. No permitamos su expansión. Por muchas papeleras que forren, por muchas guaguas que empapelen, por muchos adhesivos que peguen en nuestros coches, por muchos descuentos que te ofrezcan al comprar el pan, por mucha publicidad que pretenda vendarte los ojos, mantente firme y coherente, que no nublen tu juicio hasta el punto de no distinguir entre educación y esclavitud. En nuestra mano queda hacer de estas palabras una realidad o dejar que se borren con el tiempo, cuando el escándalo de la barbarie se centre, provisionalmente, en otro foco.


Johanna Suárez 
"¿Sabes cuál es el animal más peligroso del zoológico? Había una flecha que señalaba una pequeña cortina. Tantas eran las manos curiosas e impacientes que tiraban de ella que cada dos por tres teníamos que cambiarla. Detrás de la cortina había un espejo."