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POEMA DEL MAR

El sol brillaba soberbio en el cielo y ni una sola nube podía ser vista en la inmensidad del firmamento. A primera hora de la mañana se abrían las imponentes puertas del Parque, que esperaba albergar a cientos de visitantes, exactamente igual que el día anterior. Ya empezaban a llegar las primeras “familias felices”, con sus niños ruidosos y sus padres hipócritas pretendiendo arreglar los problemas acumulados en toda una vida de casados con un triste domingo en un fantástico zoológico. Así, comenzaba a entrar vida en las cuatro paredes donde perece la misma.


A las doce del mediodía, el aforo del Parque ya sobrepasaba las cifras estimadas y cientos de niños recorrían los caminos cuidadosamente recreados que conducían hacia las jaulas que contenían las más inusuales y extraordinarias especies de seres vivos jamás vistas en una civilización. Se cumplía, de este modo, el principal objetivo de este tipo de establecimientos: observar y analizar el comportamiento de animales salvajes -cautivos- en su hábitat natural -recreada-.


Mara tiene 7 años, es una niña risueña y encantadora que, con toda la ilusión de mundo, se planta enfrente del famoso acuario del Parque. Allí, a través de las ventanas submarinas, observa a Tara, una asustada y colosal orca que, con toda la desesperación del mundo, recorre por millonésima vez las cuatro paredes que hacen posible su cautiverio. Pero esta vez, Tara se para junto a la ventana-escaparate donde Mara la contempla maravillada. Sus miradas se cruzan y ambas víctimas establecen un único y veloz contacto visual, un vínculo aislado en el que quizás puedan haber aflorado sentimientos como empatía, nostalgia o comprensión. Pero claro, esto nunca lo sabremos porque Tara es solo una orca y Mara una niña pequeña que desconoce la existencia de la palabra “empatía”, así que aparta la mirada tras oír la apremiante voz de su madre incitándola a apresurarse y no quedarse atrás. Mara saldrá corriendo para reunirse con sus padres y seguir explorando el lugar, mientras Tara recorrerá nuevamente el asfixiante acuario y, en un proceso agobiante y opresivo, se parará en la ventana-escaparate y volverá a encontrar a otra Mara distinta pero con la misma mirada curiosa e ingenua. Mara y su familia, consciente o inconscientemente, han hecho posible el cautiverio y la esclavitud de todos y cada uno de los animales que tanta admiración y cariño le suscitaban durante su visita al Parque. Pero la cosa no acaba ahí, porque Mara y su familia, consciente o inconscientemente, también han respaldado su propia sumisión, pagando por una entrada que más que enriquecer los conocimientos de sus hijos sobre la vida salvaje, han llenado los bolsillos de grandes empresas a expensas de la cautividad y la esclavitud de animales salvajes.





Porque sí, 36 metros de ancho por 7 de alto no es espacio suficiente para retener a ningún animal salvaje cuyo auténtico hábitat natural es la inmensidad del océano. Construir la pantalla curva más grande del mundo para atraer a turistas que amorticen la inversión es como diseñar una enorme prisión de lujo para atraer a criminales y delincuentes que restablezca el orden público: un absoluto sinsentido. Tras varios días de demora, Poema del Mar concluyó con éxito la descarga de los tres acrílicos de su futura exposición Océano Profundo, en una compleja operación que culminará en la unión de tres cristales que conformarán una mampara de 36 metros de ancho por 7 de alto que se convertirá en la pantalla curva más grande del mundo. Cómo no, este proyecto es la nueva joya expansiva de la empresa Loro Parque que pretende relanzar a Gran Canaria como referente turístico. Este acuario, denominado muy irónicamente Poema del Mar y declarado de "interés estratégico para la región" por el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno regional, se ampara bajo el lema de conservación y sensibilización sobre la vida acuática. Pero seamos honestos: pagar por esa entrada no hará más que reforzar los cimientos de un sistema en el que los intereses económicos solapan el beneficio común. Aunque claro, esto es algo que olvidamos fácilmente tras las esperanzadoras declaraciones del vicepresidente de la compañía, Christoph Kiessling, quien nos explica razonablemente que este nuevo acuario está dirigido tanto al residente como al turista, para que todos tengan acceso a conocer “la creatividad de Dios”. Y la ignorancia del hombre, le faltó añadir.


La organización InfoZoos incluyó a Loro Parque entre los zoológicos denunciados a la Comisión Europea por no cumplir con la ley que regula la conservación de la fauna silvestre en los parques zoológicos, insinuando que los Zoológicos de Canarias estaban en situación irregular.


Además, Loro Parque también ha suscitado mucha controversia por su estrecha colaboración con SeaWorld en todo a lo que atañe a la gestión y al entrenamiento de las orcas, como afirmó Patricia Delponti, directora de comunicación y relaciones públicas del Loro Parque, tras la muerte de Alexis Martínez. El 24 de diciembre de 2009, Alexis Martínez, entrenador de la Orca "Keto", fue asesinado violentamente por esta como así queda testificado por la autopsia judicial del cadáver, a pesar de las declaraciones del parque en sentido contrario. Esto sucedió pocos meses antes de la muerte de otra entrenadora de orcas en el parque de Orlando (Florida), SeaWorld. Desde entonces SeaWorld ha intentado desvincularse por todos los medios y quizás, Poema del Mar sea también un pésimo intento de Loro Parque por deshacerse de la fama que se ha ido ganando a pulso.


El caso de la orca Morgan y el vídeo de su supuesto intento de suicidio también da mucho de qué hablar sobre los efectos colaterales de los acuarios: “El cautiverio de cetáceos suele causar en estos animales daños físicos y psicológicos, que en muchas ocasiones han acabado causando la muerte del animal e incluso la de sus entrenadores. El aburrimiento extremo y estrés que puede causar el ambiente artificial, monótono y poco enriquecido de los acuarios, suele resultar en comportamientos anormales repetitivos (estereotipias) que a la vez pueden llevar a que el animal se provoque lesiones a sí mismo”.
En pleno siglo XXI, el avance imparable de las nuevas tecnologías nos ha proporcionado una amplísima gama de posibilidades que nos permiten enriquecer nuestros conocimientos de la vida salvaje  sin necesidad de enjaular a animales por el resto de sus vidas y convertirlos en meros entretenimientos infantiles con el falso pretexto de una vaga educación. Con esto lo único que predicamos es que entre el ser humano y la naturaleza no existen límites, y lo cierto es que sí los hay, o, al menos, debería haberlos. No podemos jugar a ser todopoderosos que dominan sin contemplaciones el planeta, porque no se trata de dominar, sino de coexistir. Así pues, a día de hoy existen maravillosas alternativas que van desde documentales de fauna y flora salvaje con todo lujo de detalles hasta impresionantes acuarios que recrean el hábitat natural de estos animales y su interacción con el medio mediante la realidad virtual.


Lo que está claro es que ni Loro Parque, ni SeaWorld, ni ninguna empresa que jure salvaguardar la vida de "sus" animales pero que luego actúe en detrimento de la misma puede obtener más de lo que ya ha obtenido. No permitamos su expansión. Por muchas papeleras que forren, por muchas guaguas que empapelen, por muchos adhesivos que peguen en nuestros coches, por muchos descuentos que te ofrezcan al comprar el pan, por mucha publicidad que pretenda vendarte los ojos, mantente firme y coherente, que no nublen tu juicio hasta el punto de no distinguir entre educación y esclavitud. En nuestra mano queda hacer de estas palabras una realidad o dejar que se borren con el tiempo, cuando el escándalo de la barbarie se centre, provisionalmente, en otro foco.


Johanna Suárez 
"¿Sabes cuál es el animal más peligroso del zoológico? Había una flecha que señalaba una pequeña cortina. Tantas eran las manos curiosas e impacientes que tiraban de ella que cada dos por tres teníamos que cambiarla. Detrás de la cortina había un espejo."

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