Snippet

ME VOY A MORIR DE HAMBRE

ME VOY A MORIR DE HAMBRE


Quiero ser periodista, pero no morirme de hambre. Sí. Llámame idiota o iluso, pero al menos acércate y dime algo más original que “eso no tiene salida” o “nunca encontrarás trabajo”. Discúlpame, pero no quiero que mi vida sea un túnel, que siempre tenga que escoger una vía. Yo creo que todavía estoy a tiempo de hacer de mi camino una travesía salvaje, llena de amarguras, sí, pero también de oportunidades y, sobre todo, de una conciencia tranquila. Así que sí, quiero ser periodista y salvar a la gente de la mentira, pero también de la inocencia. Si la balanza está desequilibrada, yo sólo señalaré la evidencia. ¿Qué clase de objetividad es esa en la que tengo que quitarle puntos  al vencedor para que el perdedor no se sienta ofendido? Quiero ser periodista y hablar de lo que no me dejen hablar, mostrar lo que no quieran enseñar y juzgar a quien merece ser juzgado.


Quiero ser periodista y ganarme la vida diciendo verdades. Ojalá eso no signifique nunca tener que denigrarme, ponerme de rodillas o hablar del periodismo como si fuera un ejercicio de compraventa. Quiero ser periodista, de esos que ya no quedan, dejar de lado los cotilleos y las vidas ajenas. Porque eso no es periodismo, es decadencia y demagogia. Así que quiero ser periodista, sin embargo, no dejaré que esta boba audiencia decida qué he de publicar, escribir o pensar.


Quiero ser periodista, porque reniego de un futuro en el que me limite a observar, siempre de forma pasiva, vagabundeando cual pusilánime entre las calles de lo atroz. Llámame loco, pero soy un loco que daría su vida por esto. Si la causa es justa, no me importa que sea yo el que resulte herido. Porque sé que en esta lucha, mientras los medios tratan -sin éxito alguno- de encajar el golpe de las nuevas tecnologías, es el pueblo el que, sediento de cordura, agoniza allí fuera.


Quiero. Eso está claro. Y aunque quizás no lo consiga, siempre estaré orgulloso de estas palabras, porque así podré admitir que al menos lo he intentado. Quién sabe, tal vez una simple declaración de intenciones puede marcar la diferencia. Pase lo que pase, sé que, como mínimo, una parte del que firmó estas páginas seguirá dándome patadas en el estómago, erizándome los pelos o chasqueando la lengua ante cada seña de estupidez humana.


Quiero ser el mecánico que arregle el mundo, el médico que cure el miedo a la política, el economista que destruya la Bolsa, el poeta que cuente una historia, el sociólogo que alce de una vez a la mujer, el profesor que eduque a los dirigentes, el fotógrafo de la vida, el historiador que coteja e investigue, el lingüista que traduzca los abusos, el juez que, con una venda en los ojos, deje que sea el testigo el que equilibre su propia balanza.


Quiero ser periodista, pero ante todo quiero ser yo. Ricardo Marrero Gil. Sin pelos en la lengua o excusas bajo el brazo. Sin miedo a mirar de frente o admitir que España es un país de mierda por culpa de los cuatro ladrones (desde políticos hasta medios de comunicación) que nos han tomado el pelo. Perdón si vuelvo a insistir: llámame idiota o iluso, pero jamás me quites la razón ni las ganas, porque si de algo estoy seguro es de que dar pábulo al desgraciado que se aprovecha de la ignorancia y la ceguera del pueblo, es un acto vil, cobarde y rastrero.


Quiero ser periodista, hacer periodismo y vivir de ello.

Sí. Quiero ser periodista y poder comer al final del día.


RMG

Leave a Reply