Snippet

Reseña: La tía Julia y el escribidor.



Una sátira exquisita de la literatura rosa y de la novela popular que tanto éxito ha tenido en los países de habla hispana, al tiempo que cuestiona la hipocresía, el racismo y el clasismo de la sociedad limeña de la época, con la maestría a la que ya nos tiene acostumbrados, Mario Vargas Llosa, a sus lectores.

La tía Julia y el escribidor ya en el título de la novela, publicada en  1977,  recoge la doble historia en que se vertebra su argumento: por un lado, la relación amorosa del joven escritor Varguitas con una mujer de su familia mayor que él, la tía Julia; y por otro, la desaforada presencia del folletinista Pedro Camacho en la misma emisora de radio donde Varguitas trabaja. La noble pasión amorosa entre la tía Julia y el aprendiz de novelista, que la sociedad limeña de los años cincuenta trata por todos los medios de impedir, se combina en esta novela de Vargas Llosa con las narraciones truculentas del folletinista de las ondas. El contrapunto de una encendida pasión con aires shakesperianos y su correlato melodramático y la inesperada confluencia del devoto de la alta literatura y el escribidor rastrero son algunas claves de esta narración mayor de Mario Vargas Llosa.
La tía Julia y el escribidor reúne el interés de los relatos de aventuras, donde la atención del lector queda sujeta a un final feliz continuamente postergado, y el más maravilloso y grotesco pasatiempo, gracias sin duda a las divertidas aportaciones del escribidor Camacho, uno de los grandes personajes del novelista peruano.

Un dato curioso que he encontrado tras leer esta apasionante novela es que  Julia Urquidi Illanes, fallecida hace un tiempo
en Santa Cruz (Bolivia) a los ochenta y cuatro años, debido a problemas respiratorios, sirvió de modelo para el personaje que hizo célebre La tía Julia y el escribidor. En la vida real Julia Urquidi conoció a Vargas Llosa en Lima, ciudad a la que había llegado luego de su primer divorcio. Se casó con éste en 1955. El matrimonio duró ocho años. Posteriormente vivió en Washington y volvió a Bolivia para establecerse en La Paz. Julia recibió con ambivalencia la publicación de la novela, dedicada a ella ("a Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta novela"): agradeció a Mario la novela, reconoció que le gustaban partes de ella, pero también se sintió "amargada" de que pusiera su vida "al descubierto". A principios de los ochenta, cuando se enteró del rodaje de una telenovela basada en La tía Julia y el escribidor, todo cambió: según Julia, la telenovela la presentaba como "una seductora de menores". Eso la motivó a escribir su propia versión de los hechos, Lo que Varguitas no dijo, libro publicado en 1983. El libro se enfocaba más en los años del matrimonio y el divorcio, que no narraba la novela -centrada en el noviazgo prohibido, y en la que el relato de la relación termina con la fuga y el posterior casamiento a espaldas de la familia, en Chincha, una ciudad a doscientos kilómetros de Lima, y provocó la ruptura entre Julia y Vargas Llosa.


Julia Urquidi trabajó durante muchos años como Jefa de Protocolo en la alcaldía de La Paz. También fue secretaria personal de varias primeras damas de Bolivia. Era una mujer guapa, nerviosa, de sonrisa pícara. Su gran debilidad eran los cigarrillos. Eso le provocó problemas de salud que la obligaron a dejar la altura de La Paz para trasladarse a Santa Cruz. Cuando le preguntaban sobre Vargas Llosa, contestaba que lo había dicho en Lo que Varguitas no dijo. Allí recuerda que con Vargas Llosa transcurrieron "los años más felices de mi vida", pero "también los momentos de mayor tristeza". En una de sus pocas entrevistas, al periódico El Deber (Santa Cruz) a principios de la década pasada, afirmó: "Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío". Me costo mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos necesitábamos".


¿Ha muerto Julia Urquidi? Sí y no. Gracias al genio de Vargas Llosa, algo de ella vive cada vez que un lector abre un ejemplar de La tía Julia y el escribidor. Y ya no sólo esta mujer sino cada uno de los personajes de los radioteatros de Pedro Camacho o los mismos familiares de Varguitas, esta  ha sido sin duda una de las novelas más encantadoras que recordaré con especial cariño. 
Por esta misma razón, invito a todo aquel  lector capaz de apreciar una novela tan refrescante y magnífica como esta a sumergirse en sus páginas.



Sofía Ramos González.

Leave a Reply