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Maternidad y trabajo, ¿elementos compatibles?


Diversas empresas, alrededor del mundo, entre las que destacan Apple y Facebook han ofrecido a las mujeres que conforman su plantilla de empleados la posibilidad de congelar sus óvulos, el procedimiento permite a las trabajadoras congelar parte de sus óvulos durante sus años más fértiles, que a menudo coinciden también con el periodo más productivo de sus carreras profesionales.









Por un lado, poniéndome en el lugar de estos empresarios, cuyos principales objetivos son aumentar los beneficios y hacer crecer a sus empresas,  comprendo que intenten llevar a cabo políticas empresariales complejas,  que requieran para su funcionamiento el compromiso y esfuerzo de todo el grupo humano que la compone. Pero, ¿hasta qué punto?
Observo, a diario, en los medios de comunicación como esta crisis mundial nos ha afectado a todos, haciendo que aceptemos trabajar el doble de horas, las reducciones salariales, las malas condiciones de trabajo por miedo a un despido e incluso, ha hecho que aceptemos empleos que, antes de que se iniciara esta depresión económica, jamás hubiéramos aceptado. Con todo esto y a su vez, desde mi punto de vista, aprovechándose de lo que sucede, las empresas intentan “atrapar” a sus empleadas con esta propuesta retrograda y machista enmascarada de buenas intenciones,  que sólo pretende que trabajen al máximo dejando de lado su vida personal y lo que esta conlleva. Puesto que, una mujer joven y sin hijos cumple con el prototipo de empleada que si tiene que quedarse un par de horas más o irse de viaje de negocios lo hace, no tiene la bonita costumbre u obligación de dar la cena a sus hijos, dedicarles tiempo, llevarlos al médico o arroparlos antes de dormir.
 La empleada, que buscan estas empresas, son aquellas que debido al hecho de aceptar la financiación de la congelación de óvulos no tendrán una baja por maternidad ni pedirán días libres porque sus hijos las necesitan.

 
La figura de la mujer se ha visto desde la antigüedad reducida a la nada, muchas tratadas como objetos, despreciadas y catalogadas de incapaces por su condición de mujer, estamos en pleno siglo XXI, nuestras antepasadas derramaron sangre, sudor y lágrimas para que nosotras pudiéramos conducir un camión, llevar pantalones, sentarnos en la silla de una universidad, trabaja codo a codo con el sexo opuesto en igualdad de derechos y condiciones, para que pudiéramos decidir sobre qué y quiénes queríamos ser. Me parece que esta propuesta, por parte de las multinacionales y otras, hecha por tierra todo aquello y es por eso, es por lo que no estoy de acuerdo. Nadie, ninguna empresa, debe imponer o persuadir sutilmente  a una mujer trabajadora cuando poner en marcha su reloj biológico.





 Resulta bastante atrasada esta fórmula que han decidido llevar a cabo estas empresas, me planteo si dan por hecho que una mujer no es capaz de rendir al cien por cien en el trabajo si es madre porque pienso que lo sea o no, la eficiencia no tiene que ver con la maternidad. Y aunque así fuera, ¿qué hay de la paternidad?, ¿presupone Apple o Facebook que un hombre si es capaz de explotar su periodo de máxima productividad laboral sin posponer la paternidad?


En conclusión, como podemos ver los trabajadores siempre han tenido que poner la otra mejilla, sin embargo, creo que la mujer por el simple hecho de serlo ha puesto las dos y ha luchado con coraje por tener un puesto, un trato y  una consideración igualitaria con respecto al hombre. Ambos sexos, en nuestra sociedad van de la mano, como iguales. Aunque, cuando ocurran cosas como estas en el mundo laboral me hagan reflexionar sobre aquello que dijo, en su momento, Abraham Lincoln: “todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”. No obstante, considero que los empresarios deben buscar otro modo de hacer las cosas y encontrar la forma de compaginar sus intereses con las decisiones tomadas por sus empleados y empleadas. 

                                                             Sofía Ramos González.

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